Un icono… Enzo Scifo, ‘El pequeño Pelé del Tívoli’

Un icono… Enzo Scifo, ‘El pequeño Pelé del Tívoli’

marzo 3, 2020 Desactivado Por soyChava

En los tiempos de Hagi, ‘El Maradona de los Cárpatos’, de Gica Popescu o Robert Prosinecki entre otros muchos, Enzo Scifo, ‘El pequeño Pelé del Tívoli‘, un jugador cuyo fútbol y calidad estuvo por encima de sus títulos. Le faltó triunfar en un ‘grande’. Su paso por el Inter no fue el esperado. Aún así su calidad siempre fue incuestionable. En Bélgica no hay dudas. Siempre será uno de los mejores de su historia. Por su fútbol, dibujado desde su mentalidad e inteligencia de organizador; por su conducción de balón, erguida y elegante; o su pegada, de enorme clase. Por encima de sus éxitos quedó su fútbol, elegante como pocos.

Te contamos quién fue Enzo Scifo y por qué merece ser un Icono FIFA.


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Jugador de conducción elegante, estilizada, siempre llevó el balón con la mirada en alto. Así comenzaba a dibujar la jugada, a trazar el último pase. Comenzó como mediapunta (MCO) y evolucionó a organizador (MC). Era más un constructor inteligente que un llegador consumado. Conducía el balón con calma. Se lo permitía su calidad a la hora de llevar el balón pegado al pié. Como calidad tenía en su golpeo. Lanzador de faltas consumado, la ponía donde quería. Le faltó físico y presencia defensiva, aunque su comprensión del fútbol le permitía estar donde debía. Como su visión. La jugada se dibujaba sin problemas en su cabeza.

De pequeño se ganó su apodo, ‘El pequeño Pelé del Tívoli‘. Aludía al estadio de su primer club pero también a los 432 goles con el equipo juvenil del Anderlecht. Sin embargo el gol no era su mejor faceta. Era la organización. Lo entenderían todos cuando Guy Roux retrasó su posición. Lo convirtió en organizador en su AJ Auxerre.

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Su debut como profesional llegó con el Anderlecht a los 17 años. Rápido tomó las riendas de un equipo que perdería la final de la Copa de la UEFA contra el Tottenham. Era el ’10’ de su equipo y el ’10’ de los Diablos Rojos. Con la selección disputaría cuatro Mundiales. México 86, Italia 90 (segundo mejor jugador tras el alemán Lotthar Matthäus), Estados Unidos 94 y Francia 98.

Olfato goleador, visión de juego, último pase… A la espalda el ’10’ y en las vitrinas tres títulos seguidos con el Anderlecht (1985 a 1987). Ídolo en Bélgica, le llegó la gran llamada. El Inter de Milán llamó a su puerta, pero en Italia (1987-1988) no triunfó. Demasiado joven, demasiadas estrellas y pocas oportunidades.

Se fue a Francia, al Girondins. Mala apuesta. En un mar de dudas le rescató (1989-1991) el entrenador francés Guy Roux, quien le convirtió en organizador del AJ Auxerre. De ’10’ a ‘5’ organizador en una medular de tres centrocampistas. Desde la medular, lejos del área, movió a su equipo a la perfección. Su desplazamiento de balón y su inteligencia en la distribución encandiló a todos.

En el 1991 volvería a probar fortuna en el Calcio con el Torino para regresar a la Ligue 1 con el AS Mónaco (1993-1994 a la 1996-1997). Scifo reinó en el Principado y se consagró como uno de los grandes que han pasado por la Ligue 1.