Muchos recuerdan aún la final de la Champions 2005 en Estambul. Al descanso, 3-0 a favor del Milan de Ancelotti. Un equipo formado por Maldini, Cafu, Shevchenko, Costacurta, Rui Costa, Inzaghi, Crespo, Nesta, Kaka, Seedorf o Pirlo. En el banquillo Ancelotti. Todos los ingredientes para volver a levantar un nuevo título. Pero el entorchado se iría a las vitrinas del Liverpool. 21 años después. 3 goles en la segunda mitad (3-3) y una tanda de penaltis dieron inesperadamente el triunfo al equipo de Rafa Benitez. Un equipo, y nunca mejor dicho, de autor.
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Llegaba Benitez en el verano de 2004 al Liverpool y lo hacía tras tomar la decisión de abandonar el Valencia. En el equipo Che dejó en evidencia su estilo y sus virtudes como entrenador. Dos Ligas y una UEFA a base de una forma de entender el fútbol inconfundible. Sin estrellas destacadas, el equipo se sustentó sobre dos centrales de gran fortaleza defensiva como Pellegrino y Ayala. A partir de ahí, orden y vertigo al espacio. El orden lo ponía Baraja y lo debana continuidad Rufete y Vicente, la creatividad Aimar, y el vértido Angulo y Oliveira. Unido a una dura mentalidad, llegaron los éxitos y la oportunidad del Liverpool.
Seis campañas estuvo con los reds. De más a menos. Su estilo rindió al máximo cuanto menos tuvo. 70 fichajes llegó a realizar el español en el banquillo en Anfield. Su llegada coincidió con la salida de Owen, un activo importante. Lo gestionó con la llegada de Luis García o Xabi Alonso. Era el ‘Spanish Liverpool’. Fue su mejor acierto. Con el español llegaba un estilodiferente. Su catecismo del fútbol parten de una preparación física rigurosa, disciplina táctica y estilo directo. Y aunque sus esquemas rotan entre el 4-4-2, el 4-1-2-1-2 y el 4-2-3-1, en cualquiera de los casos la presión siempre es alta, el equilibrio de las líneas se mantiene en el balance ataque-defensa y las estrellas se sacrifican en el repliegue. No siempre gusta.
Dudek, Carragher y Hyypia fueron la base de un eje que tenía su prolongación en el centro del campo sobre Xabi Alonso y Gerrard. Sus mejores hombres. El español y el inglés daban sentido al estilo de Benitez. Jugadores franquicia, motor, tácticos, de buen uso de la pelota y visión de juego. Si ellos manteniían el orden, lo mantenía el equipo. Luis Garcia, delantero en banda. No cabían los despistes. Todos eran ‘box to box’.
Empezaba el Liverpool 2004-05 de Benitez desde su carácter defensivo y rigor táctico. Garantía de robustez defensiva. A partir de ahí se hablaría de velocidad en la salida de balón y rentabilidad goleadora. La incorporación al ataque se permite, la implicación defensiva no se discute. En defensa el equipo pasa del 4-4-2 en rombo al 4-4-2 en línea. Gerrard pasa a formar pareja con Xabi Alonso. Todo lo contrario al 4-4-2 de Zidane, donde el MCO regresa a la línea ocupando una de las bandas. Se busca evitar la superioridad rival en los costados del pivote. En banda los extremos -Rise y Luis García- ocupan posiciones de volante. Equlibrio clásico. Desgaste en el ida y vuelta. De ahí que las rotaciones de jugadores sean habituales.
Tras la recuperación, la velocidad en la salida y la rentabilidad goleadora. No se especula en la gestión del balón. Xabi Alonso es el lanzador. El MCO vuelve a su espacio natural, segunda línea, como pasador o tercer delantero en sus rupturas. Luis García y Rise vuelven a ser extremos. Traore y Finnan carrileros. Desdoble y centro al área, donde Baros y Kewell aguardan el centro. Las que tengan deben ir a portería. Cerrar la jugada es preciso para facilitar el repliegue del equipo.
El perfil del jugador que se necesita para reproducir el Liverpool 2004-05 de Rafa Benítez es claro. Delanteros rápidos y rematadores, extremos con un amplio campo de acción (capacidad de trabajo alta/alta), un MCD táctico y jugón, un MCO motor capaz de atacar y defender y unos centrales contundentes. El equipo está por encima del individualismo. La capacidad de trabajo baja pone en cuestión el sistema.
Plan de Juego
Velocidad: 60 / Pases 55 / Posicionamiento: Organizado
Crear Oportunidades
Pases 37/ Centros 60/ Tiros 39/ Organizado
Defensa
Presión 45/ Agresividad 79/ Anchura del equipo 49 / Linea defensiva Cubrir
Apenas año y medio sumaba en un primer banquillo y en su currículo ya aparecían dos Champions League y una Liga principalmente. Si es por títulos, hablan por sí mismos de Zinedine Zidane, un entrenador que llegó entre ‘urgencias’ sin apenas experiencia en los banquillos -Real Madrid Castilla- y lo hacía al primer equipo como remedio de última hora ante la salida de Rafa Benitez (enero de 2016), un técnico que se marchó traicionándose a sí mismo. Nunca fue capaz de imponer su estilo. Llegó Zidane de la mano del presidente. Y lo hizo sin estilo, con la única referencia de su actuación como segundo de Ancelotti y la obligación de perpetuar un 4-3-3 impuesto por la titularidad de Benzema, Bale y Cristiano. Hubiera sido un más de lo mismo del italiano. Hasta que la lesión del galés lo cambió todo. Sin el extremo, el francés lo redibujó todo desde el sentido común con las necesidades y las virtudes como partida. El resultado, equilibrio y centrocampismo. De la verticalidad, al control, de la velocidad, a la pausa… del desenfreno, a Casemiro, Modric, Kroos y sobre todo Isco. Con el mediapunta cambió todo. Se juntaron las líneas, se apostó por el pase en corto, el apoyo del y al compañero, el desmarque como oportunidad… para mostrar su mejor versión en la Final de la Champions League 2016-17 ante la Juventus en una segunda mitad para recordar.
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¿Se puede hablar de estilo Zidane aplicable a tu FIFA? Algunas pinceladas sí pueden explicarse…
La lesión de Bale abrió las puertas del cambio. El galés y su titularidad impuesta desde los despachos -junto a la de Cristiano y Benzemá- obligaban al Madrid a dibujarse sobre el césped en un 4-3-3. El sistema no era lo malo. La ejecución sí. Zidane se encontró con los mismos problemas de Ancelotti, la nula implicación de Cristiano, Benzema y Bale en tareas defensivas. Demasiado lastre para un equipo que se partía con frecuencia. Sin el galés, entrada de Isco. El equipo pasa a redibujarse de partida en un 4-3-1-2. Centrocampisto total.
Se acabó la contra como propuesta principal y aparece la posesión como baluarte. Mandan los mediocentros -Casemiro, Kroos, Modric e ISco- y adquieren especial relevancia los laterales. En faceta ofensiva Marcelo y Carvajal –LTD y LTI– pasan a ser los extremos del equipo. Su incorporación al ataque, en dos fases. En salida, apoyo en el mediocampo. Empieza la superioridad desde la medular. En ataque, llegada hasta línea de fondo. Acompañan la jugada y la subida hacia el área rival.
Sorprende la actitud en la salida de balón la faceta del MCD. Zidane rompe la tónica principal. El pivote defensivo no es el primer paso en la salida del balón desde atrás. Todo lo contrario. Casemiro da un paso adelante, sale de la zona creación. En la mente prosiguen sus obligaciones defensivas. Porque será el primero en iniciar la recuperación desde el círculo central en caso de pérdida en posesión del balón. Son el MVI y el MVD -Modric y Kroos- los que dan un paso hacia atrás, hacia los centrales. Dobles figuras en la salida del balon. Funciones de ‘box to box’ con posesión pero sin físico. Siempre con la pelota en los pies. Desde sus dominios hacia los del rival, marcando el ritmo, la pausa y el pase. En su hoja de ruta, la frontal como destino final. A partir de ahí, oportunidad de disparo o relación directa con el MCO, figura libre en el esquema. En ataque total libertad. Figura creativa. Todo se gesta en tres cuartos antes de definir el camino al marco contrario. Pase al hueco, disparo desde la frontal o centro hacia la posición de los dos DC, referencia y apoyo en el entramado diseñado. Si Cristiano es la ejecución, Benzema se convierte en un segundo creador.
Ataca el equipo en 4-3-1-2 y defiende en 4-4-2. Recolocación de las piezas buscando el equilibrio. La clave, el MCO. Su desplazamiento a una de las dos bandas permite al equipo formar en dos claras líneas de cuatro. Presión alta y agresiva a campo contrario.
Plan de Juego
Velocidad: 33 / Pases 36 / Posicionamiento: Organizado
Crear Oportunidades
Pases 37/ Centros 39/ Tiros 46/ Posicionamiento Libre
Defensa
Presión 76/ Agresividad 79/ Anchura del equipo 49 / Linea defensiva Cubrir
Odiado y querido a partes iguales. La indiferencia no puede existir con Mourinho, o como él mismo se autodenomina, The Special One. Y en cierto modo no le falta cierta razón. Porque el portugués ha sabido cosechar éxitos allí por donde ha pasado con un estilo claro y definido. Junto a Pep Guardiola, su antítesis dentro y fuera de los terrenos de juego, es uno de los entrenadores con mayor peso en los últimos años del fútbol. Buena muestra es que se ha convertido en uno de los cinco únicos entrenadores que han logrado la Liga de Campeones con dos equipos distintos (Oporto e Inter de Milán), y el único en ganar los tres principales campeonatos de las cinco grandes ligas (Inglaterra, Italia y España), además de la portuguesa
Aunque muchos le recuerdan de su etapa como segundo entrenador de Robson en el Barcelona (1996), lo cierto es que Mourinho se hizo un nombre de la mano de un Oporto inolvidable. Porque en 2004, y de la mano de un equipo curtido encabezado por Carvalho, Deco o Maniche, sorprendía a todos conquistando la Champions. Fue su paso por el Chelsea (2004-2007) una de sus mejores épocas. En Stamford Bridge se encontró con una plantilla con Terry, Lampard, Cech, Drogba, Essien, Robben o Makelele. La Champions no llegó, pero Mourinho supo armar un equipazo que aún se recuerda como uno de los mejores. Sería una de sus mejores pruebas el Inter de Milán. El equipo italiano vivía sumido en la crisis, conun equipo donde la media de edad superaba los 30 años y en el que la madurez, la mejor versión de Sneijder, y una veterana plantilla con jugadores como Etoo, Diego Milito, Maicon, Cambiasso, Zanetti o Julio César se proclamaron campeones de la Champions. Un título y una actuación que le llevaron al Real Madrid (2010). El objetivo, romper la hegemonía del Barcelona. Lo hizo -Liga, Copa y Supercopa- antes de que el vestuario merengue dejara de aguantar el látigo del portugués.
De nuevo, vuelta a la Premier. Le esperaba de nuevo el Chelsea (2013) . Esta vez con Costa, Courtois, Matic, Hazard, Oscar, Cesc o Willian. Esta vez no pudo rememorar la versión de 2004. De Stamford Bridge a Old Trafford, al Manchester United, su último destino y esta vez con un reto diferente, construir un nuevo equipo -la llegada de Matic, Lukaku o Pogba entre 2016 y 2017 son prueba de ello- y recoger el legado de Ferguson, demasiado pesado.
Y todo en un estilo donde no se busca la belleza, pero sí la resolución y los resultados. Orden, posicionamiento y colocación. A partir de ahí, los cuatro de la zona de ataque ponen el tiempo de juego. Rapidez y brega. Quien no esté dispuesto a defender, al banquillo.
Y aunque se quedó a las puertas de la Champions, son muchos los que aún recuerdan el Chelsea 2004-2007 como una de las mejores expresiones del estilo de José Mourinho. Un gran plantel y una gran expresión de equipo capaz de gestionar variables como la intensidad y el físico, la posesión y la contra, la solidez defensiva y la eficacia goleadora. Uno de los equipos de la década con nombres como Cech, Carvalho, Terry, Makelele, Essien, Lampard, Robben, Cole o Drogba entre otros.
Construido sobre un claro 4-2-3-1, el equipo se sostiene sobre dos centrales expertos con notable capacidad física, capaces de recuperar al espacio, dominar el juego aéreo y que encuentran el apoyo en los laterales por dos jugadores de distinto corte. Uno ofensivo, el otro, defensivo. Tercer central. La integridad del equipo nunca se discute.
Y qué mejor manera de mantenerlo que con un centro del campo tan potente como el formado por Makelele y Essien. Dos ‘box to box‘ a falta de uno. Al menos uno es obligatorio. Alternancia de papeles. Dos pivotes móviles –MCD– capaces de llegar a todo y a todos. La basculación está entre sus obligaciones. Tapar la espalda del extremo, entre sus deberes. Sin peso en la construcción, sus virtudes están en el choque, en la amplitud del recorrido. De área a área. Uno, nunca los dos. Apoyo al resto de líneas en cada uno de sus desplazamientos. En ataque, ocupación de espacios. En defensa, choque y robo. Makelele-Essien en el Chelsea, pero Deco-Maniche en el Oporto, Cambiasso-Stankovic en el Inter, Khedira-Xabi Alonso en el Real Madrid o ahora Pogba-Matic en el Manchester United. No son simples parejas.
Y es en la recuperación donde entra la línea de tres. Tras la recuperación, velocidad. No hay pérdida en el pase. Seguridad en el desplazamiento. De dentro -MCO- hacia afuera. Lampard supo crecer desde los galones. Libertad de movimiento, movimientos interiores y capacidad para decidir entre cerrar las jugadas desde la frontal o para dar continuidad. A un lado, la velocidad y el desborde de Robben, al otro, la pausa, la calidad y la técnica de Cole. Dos variables diferentes, nunca iguales, para gestionar un ataque donde espera para la definición un ‘9’ como clara referencia. Voraz, ambicioso. Drogba sacude en cada embestida. Delantero clásico, rematador de cabeza y cañonero con el pie. No se le pide virtuosismo en el regate.
Velocidad: 50/ Pases: 49/ Posición: Organizada
Pases: 40/ Centros: 70 / Tiros: 35/ Posición: Organizada
Presión: 60/ Agresividad: 52/ Anchura: 50/ Cubrir
Una de las cuestiones a tener muy presente en el 4-2-3-1 de Mourinho son las funciones –instrucciones– de cada jugador. Así, mientras uno de los laterales tendrá una actitud ofensiva equilibrada, el otro sí tendrá una actitud ofensiva activa. Si es el izquierdo o derecho dependerá del rol del jugador por delante del mismo. Uno de ellos tendrá como instrucción desmarcarse -su lateral no tendrá función ofensiva- mientras que el otro jugará en corto y por tanto la banda queda para el lateral. El MCO tendrá libertad de movimiento, el DC será referencia. Uno de los MCD podrá adelantarse -box to box- en ataque mientras el otro permanecerá atrás.
Aún son muchos los que añoran los tiempos de Heynckes en el Bayern de Munich, uno de los mejores momentos del campeón alemán. Tipo afable, desarrolló su carrera como entrenador en muchos equipos, lo que le permitió desarrollar su concepto de fútbol poco a poco. Devolvió al Real Madrid a la escena internacional permitiendo a los merengues volver a levantar la Copa de Europa en la 1997-98, pero fue en su última etapa, en el Bayern de Munich (2011-2013) cuando su figura creció de forma exponencial. Y no por los muchos títulos con el equipo bávaro, sino porque dotó al equipo del Allianz Arena de una personalidad pocas veces vista. Un Bayern arrollador y reconocible. Uli Hoeness, ex presidente del Bayern de Múnich lo dijo bien claro. «Contigo el Bayern jugo el mejor fútbol que se ha visto en Munich». No le falta razón.
Equilibrio, organzación, intensidad, presión y físico. Conceptos que quizás comparten todos los técnicos, pero que Heynckes supo poner en liza en un Bayern al que llegaba para revitalizar en un momento en el que se notaba que el campeón alemán, pese a sus éxitos, se tambaleaba. Y el trabajo dio sus frutos.
Sobre un 4-2-3-1 y sobre todo con un vestuario profundo y potente, tampoco nos engañemos, Heynckes creó un rodillo alemán con toques de fútbol moderno. Atacar y defender se hacen con velocidad, que no con precipitación. Si se puede hacer en dos pases, mejor que con tres. Hay posesión pero no es una obsesión. Rapidez en la combinación para superar rivales. Intensidad desde la fortaleza física. Jugadores potentes, de envergadura. Dominio del espacio aéreo y dominio físico de los 90 minutos. No hay descanso. 4-2-3-1 con extremos. Todos van y todos vienen. El equilibrio se consigue desde el todos defienden. De lo contrario, el esquema se cae. Y desde la defensa se ahogan los espacios. El doble pivote debe saber crear, pero el recurso de la recuperación se convierte en un recurso al alza.
Neuer en portería, por delante Dante y Boateng. Centrales de enorme potencia física. Van Buyten y Badstuber en el banquillo no hacían decaer la planta. En los laterales, Alaba y Lahm. Su presencia en ataque es obligada. 2 contra uno en ataque junto a los extremos, Ribery y Robben, dueños salvo lesión de las bandas. El francés domina todos los registros. Línea de fondo o recorte hacia el interior en busca de la combinación. El holandés es diagonal hacia el interior y disparo. El carril derecho queda libre para Lahm. En el doble pivote, recuperación y creación. Javi Martínez y Schweinsteiger lo ponen a partes iguales. El español es contención, como Luiz Gustavo, y recuperación. Schweinsteiger lo es todo. Los años dorados del alemán, box to box por definición. Uno se mantiene por delante de la defensa y el otro apoya el ataque. Por delante, Kroos y Muller se reparte la mediapunta. Uno es pausa y organización, el otro un segundo delantero -y sustituto de Robben en sus lesiones- camuflado por detrás de Mandzukic y Mario Gomez, dos ‘9’ entre los que elegir, muy semejantes en características. Dominadores el área, cazadores del gol y dueños de los balones aereos. Ninguno destaca por el regate ni la velocidad, eso lo ponen otros.
Sobre la táctica personalizada… El 4-2-3-1 de Heynckes se construye desde una defensa intensa, como el ataque. No hay contras. El objetivo es crear una táctica que permitan al equipo ahogar al rival y percutir en ataque una y otra vez. Importante por tanto jugadores físicamente potentes, recuperadores en el centro del campo, centrocampista táctico y líder, laterales ofensivos, delantero cabeceador, disparos desde segunda línea…
Velocidad: 55/ Pases: 50/ Posición: Organizada
Pases: 50/ Centros: 70 / Tiros: 60/ Posición: Organizada
Presión: 65/ Agresividad: 60/ Anchura: 50/ Cubrir
Su esquema es inamovible. Tanto como su gusto por la intensidad en un fútbol que va más allá de lo común en el Calcio. Antonio Conte, que fuera capitán de la Juve en su etapa como jugador, ha sabido aglutinar la esencia del fútbol italiano, el catenaccio, con momentos de alto voltaje. Su 5-3-2 (para algunos 3-5-2, aunque juega con 2 laterales como carrileros) no sólo le sirvió para devolver a la Vecchia Signora a la cumbre del Calcio, sino que le han servido para que la Selección Italiana recuperara parte de su alma pérdida y que el Chelsea llamara a su puerta para la 2016-2017. Por el camino quedaron el Arezzo, Bari, Atalanta y Siena, con dos ascensos a la Serie A. Todos ellos han forjado su fútbol. Aún se recuerda su Juventus 2013-2014. Barzagli, Bonucci, Chiellini, Pirlo, Pogba, Vidal y Tevez mejoraron el concepto.
Conte es un entrenador vertical. La paciencia y la horizontalidad son secundarias en su fútbol, descaradamente directo. Aunque para entender el ataque primero hay que entender la defensa.
Su Juventus 2013 – 2014 se construyó sobre un concepto defensivo compacto y rocoso. Sus tres centrales, un muro -Barzagli, Bonucci y Chiellini- que ejecutan la orden del ‘no pasarán’ a la perfección. Dos fijan a los delanteros, uno se libera para apoyar y generar superioridad. No precisan velocidad. Los carrileros están obligados a volver. Línea de cinco. Siempre estarán en superioridad. Dónde se ejecute la presión será una de las variables en el partido. La faceta más conservadora, en campo propio. Muy al estilo italiano. Ocho defienden. Dos delanteros aguardan.
La faceta más intensa, la preferida por Conte, sube peldaños hacia el centro del campo. La capacidad física pero también táctica de los centrales afectará la toma de esta decisión, no únicamente el rival. Los carrileros abandonan la línea de cinco y se suman al centro del campo para forzar el error del rival. Presión alta de los delanteros a los defensores rivales y de los interiores a los centrocampistas contrarios. El objetivo, forzar la salida en largo del rival. Los espacios se achican.
Tras la recuperación, directos al área. El 5-3-2 pasa a ser un 3-5-2. Un dibujo que otorga al equipo una mayor solidez, pegada y llegada al área por parte de los interiores, gran recorrido por los carriles y un ritmo de juego más incisivo en el que destacan los envíos desde los centrales hacia los dos puntas. La construcción no es sólo una faceta del mediocentro. Se comparte. Sin embargo con un jugador como Pirlo el concepto tradicional mejora. El italiano ejecutaba los lanzamientos en largo a la perfección. Vidal y Pogba se desplegaban. Dos interiores de gran despliegue e intensidad.
Los interiores acompañan el camino al área, como los carrileros. Pero no es una cuestión de posesión. Subida y bajada. La capacidad alta de trabajo es obligatoria en ambos. En el ataque los interiores se acercan al balcón del área, en defensa se descuelgan en la medular para generar superioridad. Siempre, como escoltas del MCD. Un centrocampista táctico, de buen desplazamiento de balón y liderazgo. Entre líneas no hay juego. De sus botas deberá salir cualquier creación.
En ataque, dos delanteros complementarios. Vital. Todos los ingredientes deben estar presentes. Una pareja que mezcle el gol desde fuera del área, técnica, regate, movilidad, remate, apoyos, presencia en área, presión, etc. Porque en lo directo de este fútbol cualquier final es posible. Que Llorente y Tevez conjugaran a la perfección no era una casualidad.
Ponlo en práctica en tu equipo Fifa
Tres centrales, uno de ellos, en el centro, con una buena capacidad de cabeza y salto. Carrileros con capacidad Alta/Alta en Defensa/Ataque. Importa mucho más que la velocidad. El MCD, indispensable una buena capacidad en desplazamientos largos. Ayudará una buena capacidad táctica, liderazgo o creador. Los interiores, escoltas. En ellos será una ayuda su capacidad física. Son los que más se desgastarán en el centro del campo. Ayudarán a generar situaciones de superioridad en defensa y ataque.
Velocidad: 75/ Pases: 70/ Posición: Organizada
Pases: 70/ Centros: 50/ Tiros: 55/ Posición: Organizada
Presión: 77/ Agresividad: 72/ Anchura: 50/ Cubrir
Carácter, pasión, intensidad, velocidad… Son algunas de las características que definen el fútbol de Jürgen Klopp, un técnico cuyos equipos son perfectamente reconocibles, tanto como su forma de entender el fútbol. «De haber visto al Barça con cuatro años, me habría dedicado al tenis», llegó a decir el técnico alemán sobre el equipo de Guardiola. Entonces el alemán empezaba a consolidarse en el fútbol europeo y alemán desde la construcción de un Borussia de Dortmund que recuperó la imagen y la solvencia de los noventa, cuando levantó la Champions 96-97. Una fecha clave. Porque a partir de entonces los ‘borussen’ cayeron en picado.
Jurgen Klopp es un tipo peculiar pero que fue capaz no sólo de devolver al Dortmund a lo más alto, sino de imprimir al equipo de un carácter reconocible por todos. El ex del Mainz empezó a confeccionar su equipo desde la base. Talento y juventud fueron uniéndose desde perfiles desconocidos para obrar su cúlmen, logrando dos Bundesligas (2010-2011 y 2011-2012) de forma consecutiva y alcanzar una final de Champions en la 2012-2013. Lo hizo con un plantel de futbolistas tan reconocibles (Weidenfeller; Hummels, Subotic, Piszczek, Schmelzer; Kehl, Gundogan; Blaszczykowski, Götze, Reus; Lewandowsky) como su dibujo y su juego.
Energía, agresividad y velocidad. Conceptos que están muy presentes en un estilo que admitía cambiar la piel en función del contexto y el rival. No era extraño ver al Dortmund llevar el peso del juego, atacar en estático, presionar la salida de balón, cerrarse en su campo y salir en tromba… Mismo dibujo, diferentes estilos pero lo nunca cambiaba era la intensidad y el físico con el que se desarrollaba la propuesta. ADN camaleónico. Al Dortmund de Klopp se le recuerda por el dominio de los registros. Aunque todos pivotan sobre el 4-2-3-1, pero entendido desde diferentes perspectivas. Desde el vertiginoso box to box donde lo importante es meter un gol más que el rival, a la posesión y la defensa a la espera de la contra adecuada.
En ataque, movilidad constante, especialmente en su línea de mediapunta. Triangulaciones en corto, regate eléctrico y remate o búsqueda del pase al ‘9’. Situaciones de superioridad de dos contra uno en el lateral. El MCO es la pieza angular que apoya las embestidas. El ‘9’, un incordio para los centrales. Los fija y los saca de sitio.
El ataque es total. Los once avanzan. En defensa igual, los once se implican. Cuando hay pérdida, presión alta. Los centrales son los primeros en adelantar la posición. A partir de ahí empieza el movimiento en cadena. Que al menos uno sepa jugar el balón parece incuestionable. Empujan al equipo desde atrás. Los mediocentros guardan la estructura y el equilibrio. La línea de ataque impide la salida sencilla del balón.
Equipo de autor. Así podría definirse el Leicester 2015-2016, campeón para sorpresa de todos de la Barclays Premier League. Un equipo construido a martillo y cincel por Claudio Ranieri, un técnico que ha pasado por equipos como la Roma, Valencia, Chelsea, Atlético de Madrid, Inter, Juventus… Sin embargo ha tenido que ser con el Leicester, un equipo al que llegaba para evitar el descenso, con el que ha conseguido su primer campeonato de liga. Bien es cierto que muchos factores lo hicieron posible. Se derrumbaron el Chelsea, Manchester United, Arsenal o Manchester City, pero lo cierto es que Ranieri construyó un Leicester que supo creer en la propuesta de su entrenador… Y funcionó.
Formado sobre un perfecto 4-4-2, Ranieri apostó por la defensa como el camino al triunfo. No es una línea de cuatro. Es cosa de todo el equipo. Distancias cortas entre las líneas y distancias cortas entre los jugadores. Las ayudas y coberturas son más sencillas de hacer. Más cercanía entre jugadores, menos espacios para el rival. Una jaula en las cercanías de la zona central del campo en la que recuperar y salir a la contra. El balón, alejado del área propia. Los jugadores de banda retroceden, cierran el carril y generan espacios de presión con los mediocentros. Se evitan los dos contra uno. En faceta defensiva los delanteros ayudan en la presión, pero mantienen su posición de salida. En caso de recuperación deben dar salida al balón. Su posición obliga al rival a tenerlos muy presentes.
Presión, trabajo, sacrificio, solidaridad y recuperaciones para salir a la contra. Son algunos de los principios de un sistema construido sobre jugadores de clase ‘trabajadora’. Sin estrellas, el trabajo suple a la calidad.
En el ataque sólo hay una propuesta, la contra. No hay ataque en estático. No hay posesión. Se reducen las pérdidas y se maximizan las ocasiones. Tras robo de balón, salida rápida. El posicionamiento de los delanteros durante el trabajo defensivo ayuda a ello. No se buscan pases precisos, sino balones al hueco. A partir de ese momento es tarea del ‘9’ buscar el cuero. Las bandas acompañan. Y con ello uno de los mediocentros. La solidez del bloque no puede ponerse en cuestión.
Ponlo en práctica en tu equipo Fifa
Defensa básica, centro del campo con capacidad Alta/Alta ataque defensa. Estas cuatro piezas serán las que te ayuden a mantener el dibujo siempre visible. Pivotes defensivos con rasgos como jugador de equipo o tácticos pueden facilitar la labor. Mejor números defensivos que ofensivos. En el caso de los delanteros, fija tu atención en la rapidez. Jugando a la contra el resto de capacidades quedan en un aspecto secundario. Rápido y definidor. Las que tenga, que las convierta.
Sobre la táctica personalizada… El 4-4-2 desarrollado por Ranieri en el Leicester campeón de la Premier 2015-2016 se construyó sobre la defensa, la persión alta, las ayudas y la contra. Para ello es recomendable:
Velocidad: 80/ Pases: 70/ Posición: Organizada
Pases: 75/ Centros: 50/ Tiros: 30/ Posición: Organizada
Presión: 50/ Agresividad: 70/ Anchura: 30/ Cubrir
Si Guardiola reinventó la 4-3-3 y Mourinho hizo suya la 4-2-3-1, el ‘Cholo’ Simeone convirtió el 4-4-2 en reflejo de la personalidad que tuvo como jugador y retiene como entrenador. Un 4-4-2 diferente, adaptado a la intensidad desde la que entiende el fútbol, matizado en muchos de sus aspectos y con particularidades propias que quedaron muy patentes en el Atlético de Madrid que se convirtió en campeón de Liga 2013-2014 y subcampeón de la Champions.
El 4-4-2 de Simeone es intensidad, centrocampismo, ocupación de espacios, mínimos riesgos, solidez, esfuerzo, roles definidos, equipo corto, solidario… Es defensa por asfixia, pero también ataque por acoso y derribo. Sin balón se achican espacios, con él, también. Las líneas se respetan en defensa y se reconstruyen en ataque, donde el contragolpe adquiere su sentido si se tienen las piezas adecuadas.
Para entender el éxito del 4-4-2 del Cholo Simeone en la 2013-2014 es necesario entender su línea en el centro del campo -Koke, Tiago, Gabi (Mario Suárez) y Arda Turán (Raúl García)- y también su delantera -Diego Costa y Villa (Raúl García)-. Jugadores de intensidad alta. Sin intensidad no hay nada.
Organización hasta las últimas consecuencias. No hay reparto de funciones en el doble pivote (MCD-MCD). Ambos defienden, ambos disputan el balón y ambos se echan a un lado cuando toca organizar. No es lo suyo. Lo suyo es disputar el balón. Y no es cuestión de físico, sino de colocación y lectura de partido. Doble pivote defensivo en una línea de cuatro centrocampistas. Cuatro defienden, dos construyen. La banda pierde el protagonismo en lo vertical. La construcción se gesta desde las bandas hacia adentro. Sus ocupantes, se separan de la cal. No necesitan velocidad ni pulmones. No deben recorrer la banda, sino capacidad para generar juego, retener el balón, moverlo con visión y desplazarlo con inteligencia desde la baldosa del campo les corresponde. Por ello no es de extrañar que dos MC o MCO, según se mire, como Koke y Arda, alcanzaran su mejor versión con este dibujo. La construcción cambiaba su concepto. Del dentro hacia fuera al de fuera hacia dentro.
La banda queda para los laterales, encargados de subir como extremos en el ataque. Se conforma así en ataque una falsa línea de cuatro por detrás de los delanteros, dos ‘9’ de choque, brega, desmarque y remate. Dos ‘9’ que en caso de pérdida son el primer baluarte defensivo. El rival no hará nunca una contra. Las contras son cosa del equipo de Simeone.