Luiz Felipe Scolari y Brasil 2002 – Tácticas FIFA 23

Llegó para ganar el Mundial de Corea y Japón 2002. Cumplido el objetivo, se marchó. Luiz Felipe Scolari sumó la quinta estrella, el quinto Mundial para la canarinha. No lo hizo con una propuesta virtuosa. «Todo el mundo quiere jugar bonito, pero a veces no se puede«. Sus detractores le consideran un técnico demasiado resultadista. Scolari es uno de esos técnicos que saben ganar a cualquier precio. En sus manos tenía una Selección de Brasil repleta de talento, pero como ya ocurriera en el Mundial de Estados Unidos 1994, el éxito no llegó por el ‘jogo bonito’ sino por una propuesta de eficacia en las dos áreas. En Luiz Felipe Scolari y Brasil 2002 – Tácticas FIFA 23 te explicamos cómo era su propuesta y cómo desarrollar la táctica 5-2-1-2 con la que la Selección de Brasil levantó el Mundial 2002 y la forma para aplicarlo en tu juego FIFA.

Puedes encontrar otros modelos tácticos reales reproducidos en Fifa en ‘La Pizarra de… Personaliza tu equipo Fifa 23‘.

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Trayectoria

Había ganado Brasil el Mundial de Estados Unidos 1994 de la mano de Carlos Alberto Parreira, alcanzó la final del Mundial de Francia 1998 con Mario Zagallo. El elegido para comenzar un nuevo ciclo con el Mundial de Corea del Sur y Japón 2002 como objetivo fue Luiz Felipe Scolari, uno de los entrenadores -27 títulos oficiales- más lauredados del fútbol sudamericano. «Nosotros jugamos bonito un Mundial y no ganamos (1982). Sacrificamos el resultado por el espectáculo». La carta de presentación de Scolari lo decía todo.

Su labor en los banquillos comenzó en 1982 al frente del Centro Sportivo Algoano. El primero de un largo etcétera, porque fueron muchos los equipos que dirigió Scolari a lo largo de su carrera. Llegó a entrenar en Arabia Saudí, China o Kuwait, se puso al frente de la Selección de Portugal 2003-2008, una temporada (2008-2009) duró en el Chelsea, pero sobre todo entrenó en Brasil, su mejor hábitat. Levantó la Libertadores 1995 con Gremio. Repetiría. Conquistó la Libertadores 1999 con el Palmeiras, los dos clubes en los que mejor supo expresarse. Pero fue con la Selección de Brasil con la que tocó la gloria. Un destino exigente. Cumplió el cometido y cumplió lo que dijo. Renunció al cargo cuando levantó el título.

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Once tipo

Aquella selección de Brasil 2002 sumaba experiencia y juventud a partes iguales. Cafú, su capitán, era el mejor ejemplo. Ganó el Mundial de Estados Unidos 1994, perdió en la final de Francia 1998. Tras el Mundial de Corea y Japón 2002 se convertiría en el único jugador en haber jugado tres finales consecutivad.

Experiencia y juventud, fuerza y pegada. Para Scolari, entrenador amante del resultado por encima de las formas, fue fácil encontrar su once ideal. La fase de grupos le sirvió para hacer pruebas. A partir de ahí, todo quedó claro. Su 5-2-1-2 tenía nombres y apellidos.

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Marcos, portero del Palmeiras, titular por delante de Dida, que poco después ficharía por el AC Milan. Como centrales Lucio (Bayern), Roque Junior (AC Milan) y Edmilson (Olympique de Lyon), entonces central pero cuya buena salida de balón le llevarían a convertirse en centrocampista. Como carrileros Roberto Carlos (Real Madrid) y Cafú, que vivía su última etapa en el AS Roma. Por delante un centro del campo rocoso. Gilberto Silva, que ficharía por el Arsenal de los Invencibles, y Kleberson (Atlético Paranaense).

Por delante de esta roca, la pegada y la fantasía. Empezando por Ronaldinho, entonces en el PSG y titular por delante de Kaka, todavía en el Sao Paulo. Con delanteros Rivaldo (Barcelona) y Ronaldo (Inter de Milán).

En aquel equipo también estaba Belletti, Juninho Paulista Denilson (Betis), Edilson, Luizao…

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Estilo de juego

Era común en los equipos de Scolari el 4-2-3-1 o la 4-3-3, pero para su Selección de Brasil 2002 escogió la táctica 5-2-1-2. Elegido el dibujo, el estilo. Y es Scolari un entrenador pragmático. Solidez defensiva y salida rápida al ataque. Las bandas son importantes. Sin extremos sobre el césped, el foco se pone en los carrileros y aquí la relevancia de dos figuras como Cafú y Roberto Carlos, dos auténticas bestias. Llegan con fuerza a zonas de ataque pero recuperan en defensa con autoridad. A su fuerza y potencia se une la técnica en el regate por velocidad, el centro y el disparo.

«Esto es una guerra» dice el técnico brasileño. El que pierde, va fuera. Para no perder, portería a cero. Se brindó Scolari. Defensa de tres y un centro del campo defensivo. Lucio, Roque Junior y especialmente Edmilson, un central con una gran salida de balón. En salida de balón hacia de líbero para ayudar a Kleberson y Gilberto Silva, dos jugadores de mucho trabajo y fuerza pero de capacidad creativa limitada. Para eso estaban otros.

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Por delante de la magia y el espectáculo, el trabajo. Aún así, había magia. Jugadores como Ronaldinho, Rivaldo, Ronaldo, Kaka o Denilson, especialmente los tres primeros, eran los encargados de ponerla. Por bandas corrían Roberto Carlos y Cafú hacia posiciones de extremos. Era una de las opciones predilectas de ataque. La otra, Ronaldinho. El mediapunta del PSG hacia de las suyas. Regate, conducción y pase. Rivaldo se movía a posiciones de falso 9. Ronaldo se movía al desmarque como un depredador de gol en busca del área. Dos perfiles diferentes.